Rodolfo Rodríguez, El Pana, se enfrenta a su corrida más dura. La de la vida y la muerte. Y parece que lo tiene claro. Tras quedar tetrapléjico a principios de mayo, inmóvil y sometido a respiración asistida, ha pedido a médicos y familiares que le dejen morir.
A sus 64 años, el pasado 2 de mayo, el matador perdió su suerte en una plaza de Durango. En el segundo toro, sufrió una embestida que le hizo caer de cabeza contra el albero. Ahí quedó clavado su destino. “Las lesiones son irreversibles, no hay curación posible”, sentencia el director del Hospital Civil de Guadalajara, Francisco Martín Preciado Figueroa.
Los médicos han decidido evitar cualquier obstinación terapéutica. Su vida pende de un hilo. «Es muy posible que sobrevengan situaciones que se ajusten a su voluntad», señala Francisco Martín tras la última voluntad del torero: morir.
The objective
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